COMPRENSIÓN LECTORA

“DÍA DE CLASE” En la lámina se observa una clase muy ordenada. Al fondo se encuentran la mesa y la silla del profesor. La mesa es grande y sobre ella, adornando una maceta con una preciosa flor de color rojo. Cerca de ella se encuentra un lapicero naranja con una graciosa jirafa dibujada y lleno de rotuladores. En el extremo opuesto y algo desordenados, tres libros que parecen ser muy interesantes. En primer plano están las mesas de los niños; son cuatro, grandes, rectangulares y agrupadas de dos en dos forman una espaciosa mesa cuadrada. Al fondo, a la derecha, la puerta de entrada abierta deja ver el exterior del colegio con enormes árboles y un precioso cielo azul. A su lado, nada más entrar, el perchero, colocado a la altura de los niños les invita a dejar colgados sus abrigos al entrar y sus babys verdes al salir, además de bolsas u otras pertenencias. Esto eran veinte frailes... Pues señor: esto eran veinte frailes que vivían en un convento muy antiguo, cerquita de Salamanca. Todos llevaban la cabeza pelada, todos llevaban una barba muy blanca, todos vestían un hábito remendado, todos iban en fila, uno detrás de otro, por los inmensos claustros. Si uno se paraba, todos se paraban; si uno tropezaba, todos tropezaban; si uno cantaba, todos cantaban. Daba gusto oírles trabajar. Uno serraba la madera, otro pelaba patatas, otro cortaba con las tijeras, otro golpeaba con el martillo, otro escribía con la pluma, otro limpiaba la chimenea, otro pintaba cuadros, otro abría la puerta, otro la cerraba. Kikirikí, cantaba el gallo: todos los frailes se levantaban, se estiraban un poquito y bajaban a rezar. Tan, tan, tocaba la campana fray Balandrán: los frailes corrían a comer o a cantar o a trabajar. Todos rezaban juntos, estudiaban juntos, abrían y cerraban la boca juntos. Fray Nicanor, el superior, era un fraile alto, seco y amarillo; tenía una larga nariz y unos brazos muy largos. De cuatro zancadas recorría el monasterio. Era muy bueno y tenía fama de sabio, aunque había otro más sabio que él, pues tenía en la cabeza metidos todos los libros de la biblioteca. Un millón poco más o menos. Le preguntabas los ríos de Asia y lo sabía; le preguntabas cuántas son ocho por siete y lo sabía. ¡Lo sabía todo!... Este fraile era fray Olegario, el bibliotecario, que tenía ciento y pico años. Estaba más arrugado que una pasa y más encorvado que el mango de su bastón. Tenía reuma y cuando llovía se le hacía más pequeña una pierna. Los frailes se pasaban todos los días rezando, leyendo libros muy gordos, durmiendo poco, trabajando mucho. Fray Bautista, el organista, un fraile pequeñito y vivaracho como una ardilla, tocaba en el órgano las mejores cosas que sabía. Pero era un pesado. Había un fraile que se pasaba dando vueltas a la chocolatera todo el día. Hacía chocolate de almendras. Este era fray Cucufate, el del chocolate. Fray Pirulero, el cocinero, era regordete y colorado, como todos los cocineros, y tenía los pies anchos. Andaba de lado, como los patos, y tenía un gorro blanco en la cabeza. Pues déjate que fray Mamerto, el del huerto, ¡pasaba con cada brazada de zanahorias!... Los frailes no jugaban nunca. Con trabajar les sobraba. Allá en el torreón estaba todo el día fray Procopio, el del telescopio; estaba calvo de tanto hacer cuentas y experimentos con frascos y líquidos. Un día mezcló bicarbonato, ácido sulfúrico y un poquito de lejía, y la que se armó. ¡Cataplum! La capucha salió por un lado, las sandalias por otro, y el gato por otro, con el rabo chamuscado. Bueno, fray Silvino tenía la nariz colorada de tanto oler el vino, y los pies negros de pisar las uvas. Otro que trabajaba mucho era fray Ezequiel, el de la miel. Era un hombre dulce y hablaba muy bajito. Goteaba miel hasta por la barba. Las moscas le seguían por todas partes, hasta cuando se iba a la cama. Punto y aparte era fray Rebollo, el de los bollos. Era el panadero. Iba siempre manchado de harina de pies a cabeza. Ningún fraile estaba ocioso. Fray Olegario era el arquitecto. El peor era fray Simplón que, cuando no se caía de las escaleras, clavaba un clavo al revés, o se le caía el cubo encima de la cabeza, o ponía los ladrillos torcidos. También metía mucho la pata fray Mamerto, pues era sordo como una tapia. Le pedías un ladrillo y te traía un martillo, le pedías la sierra y te traía un saco de tierra, le pedías un clavo y te traía un nabo, le pedías yeso y te traía un queso. Fray Perico y su borrico; JUAN MUÑOZ MARTÍN) CUESTIONES SOBRE EL TEXTO 1. Los frailes viven en… a. Monasterios. b. Conventos. c. Iglesias. d. Selva. 2. En qué se parecen los frailes de la historia: a. En sus nombres. b. En sus maneras de actuar. c. En sus barbas, su pelo, sus hábitos y su manera de actuar. d. En sus hábitos, sus nombres y su manera de actuar. 3. ¿Cuándo se levantaban los frailes? a. Al amanecer. b. A media mañana. c. Cada uno a la hora que quería para hacer las tareas. 4. El convento estaba en ruinas porque… a. Era antiguo. b. Los frailes no lo cuidaban. c. Estaba cerca de Salamanca. d. Ninguna de las anteriores es cierta. 5. ¿Tenían los frailes tiempo para estudiar y leer? a. Poco, porque estaban todo el día rezando. b. Mucho, porque como no hacían nada en todo el día… c. Bastante, porque sabían emplear bien el tiempo. d. Ninguno, porque no sabían leer. 6. ¿Cómo calificarías la vida en el convento? a. Aburrida. b. Divertida. c. Ajetreada. d. Ordenada. 7. En el texto leemos que fray Olegario “tenía en la cabeza metidos todos los libros de la biblioteca”. ¿Qué crees que significa eso? a. Que tenía una cabeza muy grande. b. Que los libros eran muy pequeños. c. Que sabía mucho. d. Que estaba todo el día estudiando, incluso por la noche. 8. Fray Ezequiel, el de la miel, era perseguido por moscas porque… a. Olía mal. b. Siempre estaba comiendo miel. c. Era un hombre dulce. d. Estaba manchado con miel. 9. Eligieron a Fray Olegario como arquitecto. ¿Por qué? a. Porque Olegario rima con arquitecto. b. Porque era un hombre sabio. c. Porque Olegario rima con voluntario. 10. ¿A quién hubieras elegido tú como arquitecto? a. A Fray Mamerto, por estar despierto. b. A Fray Procopio, por tener un telescopio. c. A Fray Pirulero, por ser un buen cocinero. d. A Fray Nicanor, por ser el superior. e. A Fray Simplón, por molar un montón. f. A Fray Balandrán, porque todos le obedecían. g. A cualquiera de los frailes, todo podían ser arquitectos. TEXTO 2 La clase, entonces, se convirtió en un auténtico jolgorio. Las gafas de Noemí terminaron chocando contra el suelo, mientras ella se secaba las lágrimas con las manos. No estaba claro si lloraba de risa o de tos o de ambas cosas al mismo tiempo. El Celulín extrajo un pañuelo del bolsillo y se secó la frente. En el otro extremo de la clase, Clarisa Gutiérrez levantó la mano. Clarisa tenía el pelo rubio, los ojos claros y una barbilla perfecta. Ella sabía que era, con mucho, la niña más guapa de la clase. También era famosa por ser capaz de decir a los profesores exactamente todo aquello que los alumnos pensaban, pero que nunca decían. ‐A lo mejor aprenderíamos más si, en lugar de hablar del camello, hablásemos de un animal más conocido para nosotros—se interrumpió un poco, y continuó en un tono muy digno‐. Creo que sería adecuado que hablásemos de una vaca. ‐¡Eso! ¡Eso!—gritó Urso, desde cuatro pupitres más a la derecha‐. Las vacas molan mazo… ¡Queremos hablar de vacas! La clase se agitó de nuevo. ‐¡Silencio!—se desgañitó el Celulín. Los alumnos se calmaron un poco. El profesor se aclaró la garganta y, girando el cuerpo hacia el dibujo de la pizarra, prosiguió: ‐Verán ustedes: el camello y las vacas tienen idéntico aparato digestivo… En ese momento, Zas hizo una seña a G.J. Ambos se introdujeron el bolígrafo en la boca, con la pelota de papel chupado apuntando hacia la calva del Celulín. Los lagartijos pasan miedo Alejandra Vallejo Nágera CUESTIONES SOBRE EL TEXTO 1. Noemí estaba llorando porque… a. Le había ocurrido algo trágico. b. Le había ocurrido algo gracioso c. NO lo sabemos con seguridad. 2. ¿Por qué Noemí usaba gafas? a. Porque tenía algún problema en la vista. b. Porque le molestaba el sol dentro de la clase. c. Porque así era la más guapa de la clase. 3. Clarisa era la “empollona” de la clase. a. Sí, se lo sabía todo. b. No, pero era la delegada. c. No, pero siempre hablaba lo que la clase sentía. 4. La clase había… a. Tenido un comportamiento poco normal. b. Mantenido silencio sobre lo ocurrido. c. Abucheado a Clarisa por hablar. 5. ¿Cómo crees que se sentiría el Celulín? a. Bien, para un profesor es normal sentirse así. b. Mal, no es justo provocar sentimientos negativos en los maestros. 6. El ambiente de la clase… a. Era el apropiado. b. Podría mejorar. c. No sirve para dar una lección. 7. Mientras Clarisa hablaba, el Celulín estaba… a. Hablando con otra alumna. b. De espaldas a la pizarra. c. De espaldas a Clarisa. 8. Describe la actitud de Urso: a. No apropiada. Debería haber levantado la mano para hablar. b. No apropiada. Debería haber hablado con sus compañeros para armar jaleo. c. Apropiada. Así es como hay que comportarse en una clase.

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